Me resultar super interesante y esclarecedor pensar por qué para el desarrollo del Capitalismo y del Patriarcado fue necesaria la caza de brujas, el maltrato, dominación, asesinato y persecución a mujeres que aún al día de hoy continúa.
La prohibición de saberes ancestrales, la desvalorización de las reuniones de mujeres a través de la publicidad y el inconsciente colectivo, como momentos meramente superficiales y consumistas.
La aislación de las madres como esclavas en sus casas, destinadas a servir a sus maridos (a su vez esclavos de un sistema) y ser mártires de sus hijes, en una relación unilateral dejándoles poco y nada de energía para nutrirse a ellas mismas, y en consecuencia a sus crías.
                                
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Las mujeres naturalmente estamos conectadas con un ciclo natural diferente.
Con tiempos que responden a un reloj interno y no de producción externa. Algo que evidentemente no le conviene a un sistema que devasta en su hambre voraz de producir bienes de consumo sin parar.
Con nuestro ciclo menstrual tenemos acceso a saberes antiguos y podemos sanar, y sanar a otros, conectadas con plantas y con los poderes de nuestros órganos sexuales y (no) reproductivos, desafiando y poniendo en jaque la omnipotencia de una de las industrias más millonarias del mundo, la farmacéutica.


La historia de la explotación de las mujeres, va de la mano con la historia de la explotación de la Tierra. La conquista de su espacio, la violación de su cuerpo, la domesticación de su naturaleza salvaje, la dominación y explotación de sus recursos y maravillas.
Desconectadas de nuestra Madre Tierra, y de nosotras mismas sufrimos, nos enemistamos entre nosotras, pero muchas no sabemos por qué. Qué es eso que nos falta. Y adoctrinadas en formas de relaciones tóxicas y violentas, buscamos repetir esa ecuación en nuestras relaciones personales.

Al ser madres a partir de un deseo y una potencia, naturalmente producimos hormonas, que nos conectan a una forma de amar trascendental, que si no estuviera bloqueada por las reglas de un sistema frío, perverso y castrador, se extendería ese amor y fluiría esa forma de conexción trascendental entre todos los seres vivos, entendiéndonos todxs como hermanxs.
Siendo imposible e impensado dejar que maltraten, exploten y torturen a ese otre.

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Pero aún con todas estas trabas que el Patriarcado nos impone, cuando nos reunimos, nos empoderamos unas a las otras. Crecemos enraizadas y confiamos en nosotras mismas y en nuestras hermanas. Permitiéndonos conectar con nuestros deseos, nuestros cuerpos, nuestros ritmos, dejando atrás formas y relaciones que nos hacen daño, tanto con nosotras mismas, como en relaciones familiares, de amistad, románticas, de trabajo, de compromisos varios.

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Lo que más disfruto de los círculos de mujeres es cuando al compartir unas palabras hacia el final, todas sienten esa sensación, que yo también siento: que ser mujer es un portal de poder y libertad infinito.
Esa sensación de que si nos mantenemos juntas y conectadas, creciendo y aprendiendo, re-educándonos, otro paradigma es posible. Y a pesar de toda la mugre y violencia que vemos crecer y retornar día a día, otra forma de relación entre nosotres está ocurriendo. Y muches lo podemos sentir.

   
Referencias:
El Calibán y la Bruja, Silvia Federici.
Woman as healer, Jeanne Achterberg
Pariremos con placer, Casilda Rodrigañez.
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