Leyendo a Lu Gaitán hablando sobre Venus en virgo, me llevó a escribir sobre un tema que quería reflexionar hace rato: la maternidad y la importancia de los espacios personales.
En nuestra sociedad, de las mujeres se espera que seamos madres, pero no sólo eso, sino que debemos ser madres de un cierto modo.
Siempre poniendo como prioridad a nuestrxs hijxs. Mejor si lo hacemos felices, sonrientes y sin quejas.
Dejando para después todo lo que tenga que ver con nuestros placeres e intereses individuales.
Tengo mucha energía virginiana en mi carta, soy una persona muy independiente, solitaria, silenciosa. Enamorada de mis tiempos a solas, de mis rituales, lecturas y espacios personales.
Cuando nació Lobo, empezó una parte muy difícil para mi, que fue encontrarme con la realidad de que un ser que dependía de mi 100%.
Una gran desesperación, cuando sentí perder esos espacios tan míos. Cuando era imposible encontrarme a mi misma sin un bebe colgado de mis tetas o de mi cintura. Sin poder encontrar el silencio.
Con la desesperación vinieron preguntas: me cagué la vida? Me arrepentí? No era esto lo que yo quería!
Pero si yo lo amo! No es que no!
Uf....La culpa, el miedo, la justificación.
Sé que como sociedad estamos cada vez más hablando honestamente de muchos temas tabú, pero sentipienso que de la maternidad y el duelo de la independencia y la soledad, estaría bueno que hablemos más fuerte!
Que compartamos más. Que no nos callemos, que exijamos políticas públicas, que no busquemos agradar a una sociedad y otras madres que parecen - o dicen- tener la felicidad plena durmiendo en sus brazos.
Algo que aprendí en esta breve experiencia de maternidad, es la importancia de otorgarme esos espacios personales.
Darles un lugar PRORITARIO en mi vida, SIN CULPAS y con goce.
Aprender a maternar a Lobo, es al mismo tiempo, aprender a maternarme a mí misma. Darme todo lo que le doy a él, y todo lo que quiero que él aprenda y valore de sí mismo, desearlo para mi también.
Me valido al darme todo los días un rato de ese tiempo a solas: que a veces tiene forma de ir a yoga; de leer en la cama o al sol; de ver una peli; de escribir; o de ir a tomar un café a la mañana. A veces salir a comer con amigues; o simplemente caminar escuchando música.
Mi realidad cambió, 100 por ciento. Pero yo no cambié 100 por ciento.
Hay muchas cosas que sigo amando de mi misma y de mi vida anterior a ser madre, y que no quiero, ni voy a perder.
No las voy a relegar.
Amo mi independencia, amo ser mujer libre, amo la soledad.
Muchos días es difícil, pero si soy honesta conmigo, con mi compañero y con la gente que me rodea, es mucho más fácil que sea una realidad.

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