Luna Llena, pico máximo de luz en el ciclo lunar.
Como dice mi astroyogi de cabecera Lu Gaitán, ese momento en el que todo está expuesto. Esa luz potente, que todo lo muestra. Todo se ve.
Eso que queremos mostrar y eso que no queremos tanto, aparece.

La fase de la luna llena se asemeja a la fase Ovultaria de nuestro ciclo menstrual.
La fase que arquetípicamente llamamos de la Mujer-Madre.
Ese momento en el que la mujer tiene más para dar hacia afuera, hacia los demás. Tiene energías de consejera, apoyo y Creatriz a su alcance.

Lo que siempre hablamos y buscamos explorar en los círculos de mujeres, es la fertilidad de esa fase, no solamente para concebir niñes.
Sino esa fertilidad para crear proyectos, para llevar a cabo ideas, relaciones, trabajos, sueños, visiones.
Se dice que cuando una mujer está embarazada, vive durante esos 9 meses en la Fase de la Madre.
Ayer pensaba ¿qué quiere decir esto? ¿Una preparación para el rol que vendrá?
Y me quedé más con una sensación de que tiene que ver con esa luz que todo lo expone.

Sobre todo en el primer trimestre, experimenté un estado de ira y nerviosismo, bastante intenso.
No podía contener dentro de mi, mis enojos, frustraciones conmigo y mi compañero, con mi trabajo, con la vida.
Lloraba, puteaba, gritaba. Iba de cero a cien, en un segundo.
Algo que me generaba contradicciones fuertes y dolorosas, porque debía estar pasando “la etapa más linda de mi vida”. ¿No?
Sí, la más linda: entre vómitos diarios, mareos, falta de energía, ira, enojos, y miedos por lo que vendrá.

Me detuve a trabajar sobre esa ira, y hablando con una mujer medicina me dijo que es un momento en que el Útero expone todo eso que nunca pudimos sacar del todo. Que nuestra mente bloquea, y tapa.
Experimenta un proceso de limpieza, para darle lugar a esa vida que está creciendo dentro mi.
Una vez más, gracias a mi cuerpa y mi Útera, por tanta sabiduría.
Ya no hay nada que esconder, no es este el momento de guardarse cosas. Hay que sacar todo para afuera.
Como lo hará esa luz plateada y potente lunar.

En un ciclo que no empieza, ni termina, pero que tiene estadíos, mesetas, picos y decaídas, la fase Ovulatoria es un momento en la que las mujeres tendrán energías y ganas de dar natural y saludablemente, si durante las fases de oscuridad, tuvieron tiempo, energía y amor para darse a ellas mismas. Sino esa energía se agota, se gasta, se vuelve falsa y castigadora.

Una de las pesadillas recurrentes durante el primer trimestre de embarazo, era que me quedaba en mi casa encerrada. Que era esclava. Que no encontraba la salida, y que mis espacios se llenaban de hombres invasores.
Hablando con amigas, hermanas, maestras, entendí que estaba canalizando emociones que no eran sólo mías, que venían de generaciones de mujeres para las cuales la maternidad fue sinónimo de esclavitud, de cárcel, de encierro. De abandono de sus caminos, de sus sueños.
Y me pregunto qué deconstrucción propia y familiar es necesaria en el rol arquetípico de la Madre en esta sociedad.
Esa figura que todo lo da. Y poco recibe. De ella misma, y de los otros.
Que sola cría, sola alimenta, sola sufre.

Hoy me siento acompañada de mujeres-madres cercanas que me inspiran. Me inspiran en sus roles de madres-mujeres que no se abandonan a sus hijes.
Que recargan sus energías en sus placeres, sus búsquedas, se cuestionan el rol estipulado para ellas, para sus compañerxs y sus hijxs.
“It takes a village to raise a kid” , y yo creo y confío que se necesita una red de contención y amor propia, familiar, de amistades, social para ser una madre sincera, conectada con tus poderes, con tu amor, con tus magias. Con tus potencias para dar y sobre todo, para recibir.

Gracias a todas esas madres-mujeres que me inspiran y que me comparten y contagian ganas intensas de ser mamá y emprender esta locura de camino.







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